La crisis social y política pone a prueba nuestra capacidad de diálogo. La polarización y la incertidumbre agrava las diferencias y dificulta el entendimiento. Vemos esta realidad no solo entre dos grupos de electores sino también en nuestros círculos más cercanos, como la familia y los amigos.
¿Seremos capaces de reconciliarnos?
La fragilidad de nuestro país exige reflexión y un diálogo honesto como punto de partida para pensar en un futuro viable.